Escrito por Mons. Enrique Díaz Díaz Miércoles, 28 de Julio de 2010 19:25
Evangelio del día, Santa Marta
Jeremías 18, 1-6
“Como está el barro en manos del alfarero, así ustedes están en mis manos”
Salmo 145
¡Dichoso el que espera en el Señor!
San Juan 11, 19-27
“Creo firmemente que tú eres el Mesías, el hijo de Dios”
Hay santos a los que nos se les ha hecho justicia en la apreciación de los fieles y me parece que Santa Marta es una de ellos. Con frecuencia nos quedamos en esa especie de reproche que le hace Jesús cuando se afana en las atenciones por servirlo, y ciertamente Jesús la invita a que vaya a lo más profundo y escoja la mejor parte. Pero no podemos olvidar que Marta es una mujer privilegiada que se ha encontrado con Jesús, que lo ha hospedado en su casa, que le ha abierto el corazón y que tiene la suficiente confianza para presentar sus inquietudes con toda sencillez y así recibir las indicaciones de Jesús.
Jeremías 18, 1-6
“Como está el barro en manos del alfarero, así ustedes están en mis manos”
Salmo 145
¡Dichoso el que espera en el Señor!
San Juan 11, 19-27
“Creo firmemente que tú eres el Mesías, el hijo de Dios”
Hay santos a los que nos se les ha hecho justicia en la apreciación de los fieles y me parece que Santa Marta es una de ellos. Con frecuencia nos quedamos en esa especie de reproche que le hace Jesús cuando se afana en las atenciones por servirlo, y ciertamente Jesús la invita a que vaya a lo más profundo y escoja la mejor parte. Pero no podemos olvidar que Marta es una mujer privilegiada que se ha encontrado con Jesús, que lo ha hospedado en su casa, que le ha abierto el corazón y que tiene la suficiente confianza para presentar sus inquietudes con toda sencillez y así recibir las indicaciones de Jesús.
¡Cómo deberíamos aprender de esta mujer! Necesitamos abrir nuestros hogares para recibir al Señor… pues si ella se desvivía por atenderlo y revoloteaba por todas partes buscando darle un servicio, ahora nosotros revoloteamos por todos lados pero ocupados en miles de menesteres que nada tienen que ver con hospedar a Jesús en nuestro corazón.
Marta siempre aparece en evangelio en esta actitud de apertura y hospitalidad, pero hoy San Juan nos narra otro episodio que también refleja el grado de confianza y de amistad que había entre Jesús y esta familia. El dolor que causa la muerte, la tristeza que provoca la ausencia, son compartidas por Jesús. Ahora también Marta expresa una especie de reclamo que dicta la amistad: “Si hubieras estado aquí, no habría muerto mi hermano”. Como si Jesús no pudiera actuar desde lejos, o como si dudara de su amor. Pero Jesús aprovecha nuevamente la ocasión para enseñar una verdad más profunda: el valor de la vida eterna y de la resurrección. Y parece que no hablara solamente de una resurrección inmediata, pues Lázaro nuevamente moriría físicamente, sino de la resurrección definitiva.
Así las enseñanzas a Marta también son enseñanzas para cada uno de nosotros. La invitación a buscar lo que realmente es importante y a fortalecer nuestra fe en la resurrección, son las dos enseñanzas que nos deja su gran ejemplo. Hoy recibamos también la pregunta de Jesús: “¿Crees tú esto?”, y también nosotros respondamos: “Sí, Señor. Creo firmemente que tú eres el Mesías”
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