San Chárbel nació en Líbano, en un pueblo llamado Beqa-Kafra, el ocho de mayo de 182
Su nombre de bautizo era José.
Su padre se llamaba Antonio Makhlouf y su madre Brígida Coudiac. Tuvieron varios hijos. José era el quinto. Su familia era humilde, trabajadora y admirable en su fe cristiana.
José siempre tuvo un fascino por la oración, por permitirle una mayor proximidad e una mejor comunicación con Dios.
Tal era su amor al Creador que a los 23 años, después de madurar mucho su decisión, huyó de casa (tal vez por temor a que lo detuvieron) y se hizo monje religioso de la Orden Maronita de San Antonio. Ahí cambió su nombre para Chárbel, en homenaje a su patrono, un santo mártir de Edesa con el mismo nombre.
En sus dos primeros años de noviciado, conoció la nueva manera de vivir enteramente para Dios y ejercitó el conocimiento de la santa regla.
Guió su vida tiendo como principios el silencio, el trabajo, la penitencia y la obediencia. Siempre hacia lo que le mandaban. A tal punto que un día que construía un horno, el superior, de broma, le dijo que no tenían leña y que la carne humana atizaba más y mejor el fuego. Entonces, Chárbel se apuró mucho y acercándose al horno dijo: “Dios me de la fuerza para cumplir las órdenes de la obediencia”.
A los 31 años recibe la ordenación sacerdotal. Celebraba las misas con una enorme pasión, ya que a través de la Eucaristía y de las oraciones mantenía y desarrollaba la amistad con su Mejor Amigo.
Chárbel tenía un gran deseo de estar solo en comunicación con Dios, deseaba retirarse a un lugar solitario, de ermitaño, para dedicarse a la oración, a la contemplación, a la penitencia. Lo logró después de mucha persistencia para con sus superiores, subiendo a la montaña de Annaya.
Se cuentan varios milagros aún en vida. Con el agua que bendecía, curó a muchos enfermos y hasta salvó gran parte del territorio de Annaya de una plaga de langostas. También curó a animales y plantas.
Se murió el 25 de diciembre de 1898.Tenía entonces 70 años. Se enfermó de hemiplejia cerebral, padeciendo de violentos dolores.
“Estando tendido el cuerpo del santo en la capilla, Fray Elías Demehrainy entró para rezar el Rosario. Salió disparado a llamar al superior: un potente rayo de luz salía del sagrario hasta el ataúd de Chárbel”.
Mismo después de sepultado, su cuerpo seguía emanando luz y libertaba una exudación rojiza que curó a varias personas enfermas (ciegos, paralíticos, personas con enfermedades mentales, cancerosos…). Además tenía un olor muy agradable. Fueran nueve las veces que exhumaron a su cadáver para intentar encontrar una explicación lógica para lo sucedido. La última exhumación ocurrió en 1965.En esta fecha continuaba sumergido en este misterioso liquido.
Grandes milagros en cadena surgieron por todas partes.
En 1977, a nueve de octubre, el Papa Paulo VI lo canonizó.
Su nombre de bautizo era José.
Su padre se llamaba Antonio Makhlouf y su madre Brígida Coudiac. Tuvieron varios hijos. José era el quinto. Su familia era humilde, trabajadora y admirable en su fe cristiana.
José siempre tuvo un fascino por la oración, por permitirle una mayor proximidad e una mejor comunicación con Dios.
Tal era su amor al Creador que a los 23 años, después de madurar mucho su decisión, huyó de casa (tal vez por temor a que lo detuvieron) y se hizo monje religioso de la Orden Maronita de San Antonio. Ahí cambió su nombre para Chárbel, en homenaje a su patrono, un santo mártir de Edesa con el mismo nombre.
En sus dos primeros años de noviciado, conoció la nueva manera de vivir enteramente para Dios y ejercitó el conocimiento de la santa regla.
Guió su vida tiendo como principios el silencio, el trabajo, la penitencia y la obediencia. Siempre hacia lo que le mandaban. A tal punto que un día que construía un horno, el superior, de broma, le dijo que no tenían leña y que la carne humana atizaba más y mejor el fuego. Entonces, Chárbel se apuró mucho y acercándose al horno dijo: “Dios me de la fuerza para cumplir las órdenes de la obediencia”.
A los 31 años recibe la ordenación sacerdotal. Celebraba las misas con una enorme pasión, ya que a través de la Eucaristía y de las oraciones mantenía y desarrollaba la amistad con su Mejor Amigo.
Chárbel tenía un gran deseo de estar solo en comunicación con Dios, deseaba retirarse a un lugar solitario, de ermitaño, para dedicarse a la oración, a la contemplación, a la penitencia. Lo logró después de mucha persistencia para con sus superiores, subiendo a la montaña de Annaya.
Se cuentan varios milagros aún en vida. Con el agua que bendecía, curó a muchos enfermos y hasta salvó gran parte del territorio de Annaya de una plaga de langostas. También curó a animales y plantas.
Se murió el 25 de diciembre de 1898.Tenía entonces 70 años. Se enfermó de hemiplejia cerebral, padeciendo de violentos dolores.
“Estando tendido el cuerpo del santo en la capilla, Fray Elías Demehrainy entró para rezar el Rosario. Salió disparado a llamar al superior: un potente rayo de luz salía del sagrario hasta el ataúd de Chárbel”.
Mismo después de sepultado, su cuerpo seguía emanando luz y libertaba una exudación rojiza que curó a varias personas enfermas (ciegos, paralíticos, personas con enfermedades mentales, cancerosos…). Además tenía un olor muy agradable. Fueran nueve las veces que exhumaron a su cadáver para intentar encontrar una explicación lógica para lo sucedido. La última exhumación ocurrió en 1965.En esta fecha continuaba sumergido en este misterioso liquido.
Grandes milagros en cadena surgieron por todas partes.
En 1977, a nueve de octubre, el Papa Paulo VI lo canonizó.
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