Oración
Señor, te pedimos por intercesión de la Santísima Virgen María, en cuyas manos pone el Papa Bendicto XVI el presente y futuro de su persona y de la Iglesia, concédele la gracia de hacer realidad
(Extraido de Catequesis San Pablo)
Hoy, en el día de nuestra Bandera, hacemos un breve recorrido sobre su creación, y lo iluminamos con las palabras de nuestros Obispos. Feliz Día!
Historia de nuestra bandera
La bandera Argentina fue creada por un prócer muy destacado de la historia de esta nación, nos referimos al general Manuel Belgrano, ésta nació el 27 de Febrero de 1812 mientras se gestaban los aires de independencia de las Provincias unidas del Río de la Plata. Debemos aclarar que la bandera argentina no fue el primer símbolo patrio, ya existían las escarapelas que se usaban continuamente en este período; la primera vez que esta bandera se izó, fue en la iglesia de San Nicolás de Bari, donde hoy encontramos el Obelisco como monumento recordatorio; este suceso tuvo lugar el 23 de agosto de 1812.
La bandera argentina no fue legalizada por un largo período, de todas maneras la Asamblea del año XIII promovió en secreto su uso pero no dictó normas escritas para éste. Recién, tras la declaración de la independencia en 1816, dicha bandera fue adoptada como símbolo patrio por el Congreso el 20 de Julio de ese mismo año agregándole 2 años más tarde el ya conocido dibujo del Sol.
En 1938, el Presidente de la Nación, Roberto Ortiz, dictó la ley 12361 que conmemoraba el 20 de Junio como día de la bandera y por ende se declaraba feriado nacional, homenajeando a Manuel Belgrano quien había fallecido el 20 de Junio de 1820. Antes de morir, el general Manuel Belgrano realizó lo que se conoce hoy como “jura a la bandera argentina”, esto sucedió el 27 de Febrero de 1812 sobre las barrancas del río.
Al atardecer de ese día, el general recorrió las líneas de sus tropas y se dirigió hacia ellas diciéndoles lo importante qué era el símbolo que estaban defendiendo y que por ende se debía jurar lealtad hacia él; la bandera argentina debía ser siempre una motivación para defender los intereses y bienes del país. Este juramento se ha trasladado actualmente a las escuelas; en 4to grado, los estudiantes juran lealtad a su patria como lo hicieron aquellos soldados en su momento; prometen respetarla, quererla, defenderla como así hacerlo con su nación. Este emblema está compuesto por tres franjas de igual tamaño, la inferior, la superior ambas de colores celestes, mientras que la central posee el color blanco; el Sol amarillo, que actualmente es de uso corriente, antes era utilizado en las banderas argentina destinadas a flamear en conflictos militares. Las medidas oficiales son: 1,40 m de largo x 0,90 m de alto.
Metas a alcanzar a la luz del Bicentenario
* Recuperar el respeto por la familia y por la vida en todas sus formas. n° 32
* Avanzar en la reconciliación entre sectores y en l capacidad de diálogo. n°33
* Alentar el paso de habitantes a ciudadanos responsables. n°34
* Fortalecer las instituciones republicanas, el Estado y las organizaciones de la sociedad. n°35
* Mejorar el sistema político y la calidad de la democracia. n°36
* Afianzar la educación y el trabajo como claves del desarrollo y de la justa distribución de los bienes. n°37
* Implementar políticas agroindustriales para un desarrollo integral. n°38
* Promover el federalismo. n° 39
*Profundizar la integración en la Región. n° 40
Extraído de la CEA: “Hacia un Bicentenario en justicia y solidaridad” (2010-2016)
1. Una declaración no muy ortodoxa
Después de haber realizado el signo mesiánico por excelencia -la multiplicación de los panes- Jesús se retira a orar solo. Para Lucas son momentos muy significativos para la vida de Jesús (bautismo, elección de los Doce, la transfiguración, la aceptación de su muerte…).
Aquí está en juego su identidad y misión.
El pueblo le sigue con entusiasmo. Hay mucha expectación, diferentes opiniones sobre quién es Jesús. Muchos se preguntan: no será el Mesías, pero nadie se atreve a preguntarle ni siquiera los discípulos, sólo podría haber cuchicheos entre ellos.
Pero ni el pueblo ni sus discípulos tienen conciencia que Jesús tiene de sí mismo y de su misión. Sin duda, en este ambiente hay tensión y crisis.
Tras la oración, Jesús toma la iniciativa y para que se definan les hace dos preguntas muy directas: ¿Quién dice la gente que soy yo? Y ustedes ¿Quien dicen que soy?
Sin duda, los discípulos no comparten las opiniones de la multitud, y son acorralados por Jesús. Pedro en nombre de los Doce contesta: “El Mesías de Dios”. Jesús les prohíbe decírselo a nadie ¿Por qué esta reacción tan dura de Jesús?
La concepción de Mesías nacionalista, guerrero triunfal, político con fuerza y poder, nada coincide con la concepción de Mesías que tiene Jesús y teme que estos hagan fracasar su misión. Solo así se puede entender la dureza de Jesús ante la respuesta de Pedro.
Jesús se siente llamado a cambiar la historia, dando sentido nuevo a la liberación que Dios quiere realizar en el hombre.
2. El modelo de persona que Dios quiere
El anuncio de la pasión es precisamente una corrección a la idea de Mesías que tienen los discípulos y el pueblo.
El modelo de hombre que Dios encarna es el de un fracasado: “Este hombre tiene que padecer mucho… y resucitar al tercer día”.
Pero el fracaso no es definitivo. Es el camino hacia la resurrección, hacia la verdadera liberación y vida.
Después Jesús se dirige a todos, a los Doce y al pueblo y les revela cómo han de vivir si quieren ser de los suyos, si quieren sentir la liberación de Dios y alcanzar la plenitud. Son sentencias duras, claras y tajantes: “El que quiera venirse conmigo que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga; porque si uno quiere salvar su vida, la perderá; en cambio, el que pierda su vida por mí, la salvara…”.
Como los discípulos, todos tenemos falsas ideologías y pseudos valores de la sociedad que en que vivimos. En el seguimiento de Jesús es preciso asumir y asimilar que las cosas no nos van a ir bien. Nuestra tarea crea controversia, sea mal vista y sin éxito. El fracaso libremente aceptado es el único camino que puede ayudar al cristiano a cambiar de una actitud de lo sacrosanto del éxito y a la eficacia que domina nuestro mundo. Huir del compromiso por el Reino, o amoldarse a esta sociedad por temor a la cruz o conflicto de cada día, o por querer conservar lo que tenemos, es perder la vida.
Lo que más sorprende de Jesús, es que pone la vida, la salvación y la realización de los que quieren seguirlo, en íntima relación con la adhesión a su Persona. Nadie exigía a sus discípulos tal renuncia y adhesión como lo hace Jesús. Ser cristiano no es una cuestión de teorías y normas, sino de seguimiento a una Persona, Jesús de Nazaret, y de por-seguimiento de su causa.
3. El objetivo de nuestra vida
Frecuentemente empleamos nuestro tiempo en muchas actividades, planes y proyectos, trabajamos y luchamos “como condenados” y tarde, y a veces muy tarde, nos damos cuenta que estuvimos perdiendo el tiempo. La felicidad no está en eso cuyo espejismo nos deslumbró. ¿De qué le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se malogra él mismo?
El camino de Jesús es totalmente liberador. Es la vida lo que interesa. Pero siempre puede haber quienes prefirieron otro camino y se avergüencen de Él y de su mensaje. El éxito, la moda, el poder, el quedar bien, el prestigio, el triunfo siguen siendo muy apetecibles.
Para reflexionar
· Contemplemos a Jesús: sus dudas, sus crisis, sus dificultades para hacer cambiar a los discípulos, su decisión y opción, su entrega.
· Identificarse con Pedro y los discípulos: no entienden tienen otros intereses. ¿Entiendo yo?
. Responder con honradez a la pregunta de Jesús: “Y tú, ¿quién dices que soy yo?”
· Escuchar las palabras de los vv. 23-27. Dejar que me calen, que me interpelen.
· No poner barreras. Personalizarlas.
· Amar la vida. Dialogar con El acerca del objetivo fundamental que me mueve en estos momentos.